Es muy difícil entender esta ciudad sin la fortificación que rodea su medina, dándole ese aspecto tan formidable. Y es que la historia de Essaouira es la de sus murallas, empezadas a levantar en el siglo XVI por los portugueses con el objetivo de proteger este cotizado asentamiento.

Pero sus primeros pasos se remontan a tiempos de los fenicios, quienes se asentaron en un pequeño archipiélago ubicado a pocos metros de la playa de Essaouira. Allí los fenicios utilizaban organismos marinos para producir un colorante, práctica por la cual se bautizó a este como el archipiélago de las Islas Púrpuras.

Desde entonces hasta hoy, Essaouira ha ido cambiando de “propietarios”, aunque su mayor esplendor lo viviría durante el siglo XVIII bajo el mandato del sultán Sidi Mohamed ben Abdallah. Este monarca tomó tres decisiones fundamentales en el desarrollo de Essaouira: encargar un plan de urbanismo al arquitecto francés Théodore Cornut, potenciar la llegada los judíos a la ciudad y convertirlo en el único puerto de Marruecos abierto al comercio europeo.

Tras esta época dorada, a principios del siglo XX la ciudad fue perdiendo brillo conforme su vecina Casablanca crecía en importancia y la comunidad judía abandonaba la ciudad.

Tras un período de letargo, hoy el turismo empieza a devolverle su esplendor de antaño. La catalogación de su medina como patrimonio de la Humanidad por la Unesco y su aparición en Juego de Tronos la han vuelto a convertir en un objeto de deseo. Y con razón, porque les aseguro que hay mucho para ver en Essaouira.

¿Cómo llegar a Essaouira desde Marrakech?

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